Surgió en condiciones muy difíciles. Era una de las 19 en el país aprobadas con pérdidas y, además, con la particularidad de no tener la parte industrial, muchas veces tabla de salvación en este sector. Contaba solamente con dos fuentes de ingresos: la granja de producciones agropecuarias y la prestación de servicios. Así tuvo que salir al mundo la Empresa Cañera Cándido González, única de su tipo en el país, creada en septiembre de 2021, como parte de la reestructuración del sector azucarero.
Nació de la unidad empresarial de base (UEB) de Atención a Productores Cándido González y sin ningún ingenio, netamente cañera. En esa circunstancia, cualquiera pensaría que estaba condenada a la extinción.
«Se lanzó en un entorno marcado por las limitaciones de recursos y el impacto social de 20 años sin producir azúcar en este sitio, desde que se desmontaron los ingenios. Sufrimos la migración de la fuerza de trabajo calificada y agrícola. Actualmente enfrentamos las mismas dificultades del resto del sistema empresarial cubano, sin neumáticos, sin gomas, sin baterías…», explicó a Granma, Rolando Castro Reyes, director de la empresa cañera.
NO RESIGNARSE A UNA SENTENCIA
En 2021 la empresa cerró con 14 000 000 de pesos de pérdidas, en 2022 descendieron las cifras rojas a 11 000 000, en 2023 a 9 000 000 y, en marzo de 2024, por primera vez alcanzaron números positivos.
Para lograrlo diversificaron las producciones y pusieron en marcha cinco líneas de desarrollo, entre ellas la producción de caña estatal y la diversificación de las producciones. Para sobrevivir han tenido que ir hasta la comercialización y obtener mejores dividendos, al menos por esa vía.
Por varias causas, el plan de siembra de caña –que es su actividad fundamental– no supera el 50 %. Tampoco se les prioriza en la entrega de recursos, principalmente del combustible que se asigna a los centros de acopio más cercanos a los ingenios, lo que hace doblemente difícil cambiar lo que parece una sentencia de muerte.
El bloque San Antonio cuenta con un fondo de tierra de mil hectáreas cuadradas, con más de 400 destinadas a cultivos varios. «Eran tierras en desuso de una ubpc que pertenecía al central Jesús Suárez Gayol, con marabú de más de 20 años. El objetivo allí es sembrar y vender la caña y que reporte ingresos a la empresa porque son tierras suyas. Ya esa estrategia aporta resultados, pues en 54 hectáreas de ese bloque se obtuvieron los mejores rendimientos de la provincia.
«Respondiendo a la intención de diversificar nuestras producciones, potenciamos la granja agropecuaria que ya tenía dos máquinas de riego y un enrollador, le sumamos una cochiquera y un centro para la producción ovina. Lo más difícil ha sido mantener la fuerza de trabajo que, por la falta de combustible y la imposibilidad de producir, se ha ido para las rentables labores del carbón.
«A partir de las posibilidades que nos dan las 43 medidas aprobadas para fortalecer la empresa estatal socialista en Cuba, tenemos una producción cooperada con productores élites del territorio, en la que –desde el contrato– conveniamos precios y destinos de las producciones. Aspiramos, cuando mejoren las condiciones, a poder seguir prestando servicios y generar ingresos a partir de esa vía», añadió Castro Reyes.
La falta de combustible, aseguró el directivo, tensa mucho las condiciones en las que se desenvuelve la entidad santacruceña. «Nos impide obtener ganancias por concepto de prestación de servicios, tanto que las pérdidas se concentran –fundamentalmente– en esa UEB. A veces se nos dificulta hasta cosechar y comercializar los cultivos varios.
En junio, recordó, solo les llegó el 30 % del planificado, pero hay veces que no tiene asignación ni combustible físico, lo que genera pérdidas considerables, porque la empresa tiene que seguir pagando a los trabajadores y los gastos fijos, prácticamente sin producir.
«En salarios solamente, pagamos 1,2 millones de pesos en zafra y 800 000 pesos el resto del año. Los 400 000 los ahorramos reubicando el personal y sin dañar mucho aquellos puestos claves que no se forman en poco tiempo y hay que protegerlos. Sin embargo, esta empresa tiene cerca de 30 puestos de trabajo dedicados a una función estatal de supervisión a las unidades productivas que ganan salarios, generan gastos de cerca de 200 000 pesos y no aportan un centavo», dijo el Director.
Lo más preocupante es que bajo la responsabilidad de la Cañera hay entre 400 y 500 trabajadores estatales –en zafra aumentan–, y en sus bases productivas se agrupan más de 600 trabajadores no estatales, que si la empresa no genera ganancias también están siendo condenados a no tener ingresos suficientes.
Una de esas unidades básicas de producción es la Seguidores del Che, que busca diversificarse y, además de caña, siembra cultivos varios y arroz. Su presidente, Yoandri Denis Basulto, afirmó que el plan es llegar a la caballería de yuca y de plátano para aportar al autoabastecimiento de sus trabajadores y de la comunidad.
«Respecto a la caña tenemos estimadas más de 7 000 toneladas para la zafra y mantenemos la limpia y resiembra. No hemos llegado al plan de nuevas plantaciones, fundamentalmente, por la humedad y la falta de combustible, pero aspiramos en la campaña de frío completar las 90 hectáreas previstas en el año. Tenemos garantizada la semilla, está cerca y no tenemos que comprarla. Esto nos ha permitido con alrededor del 15 % del combustible acercarnos al 50 % del plan», puntualizó.
SOBREVIVENCIA Y SOLUCIONES A LA CRISIS
En lo que era el almacén de piezas del ingenio surge una minindustria como un proyecto de desarrollo local, con el objetivo de cerrar el ciclo y procesar las producciones del territorio.
«Cuando estudiamos las minindustrias nos dimos cuenta de que siempre existe una parada, porque trabajan por campañas. Nos acercamos a la ciencia y buscamos asesoría con el Instituto de la Industria Alimentaria, a fin de diseñar una que no fuera solamente para pulpas de frutas. Incluimos una línea de troceado, una para jugos, sirope y guarapo embotellado, y otra línea para raspaduras y panela.
«Queremos hacer un doble turno para llegar a los niveles productivos instalados, porque ya hay intereses fuera de Cuba (sobre la panela). Lo presentamos en la Feria Internacional de la Habana y llamó la atención de varios empresarios, incluyendo uno que tiene intenciones de invertir en el empaquetado y etiquetado. Pretendemos llegar a 700 kilogramos diarios en un doble turno. Al valor actual que tiene en el mercado internacional, un contenedor de 20 toneladas reportaría ingresos entre 55 000 y 60 000 dólares».
Arnel Benítez Cedeño, jefe de brigada de la futura minindustria, ya trabaja en la construcción de los tachos y su conexión a la caldera: «En este lugar procesaremos las frutas y haremos los troceados, las mermeladas, los purés, la panela y tenemos los moldes para sacar 300 raspaduras en dos horas».
Además, dijo, está la guarapera de cuatro masas por la que se pasa dos veces la caña, y cada 20 minutos puede producir 60 litros de guarapo que será procesado y embotellado. «Como esta tenemos otras cuatro para vender guarapo en las comunidades y buscar ingresos». Ellos piensan en todas las variantes y, por si falla la caldera, tienen listo un fogón de leña como alternativa.
Un segundo proyecto de desarrollo local apuesta a producciones no alimentarias. Pretenden elaborar materiales para la construcción de viviendas, usar una carpintería que ya está en funcionamiento, y una bloquera con capacidad para 300 bloques diarios, además de una fábrica de pintura.
«Otra línea de la empresa es la comercialización y beneficio de carbón con destino a la exportación. Este es un producto que se va del territorio, pero, a pesar de la competencia, hemos logrado detener algo esa fuga, dándoles derecho a los productores a recibir una parte de la divisa del rubro exportable», abundó Rolando Castro.
Bienvenidas sean todas estas iniciativas que demuestran los marcos cada vez más amplios de la empresa estatal socialista. Pero resulta difícil de entender cómo estas actividades secundarias son mucho más rentables que la misión para la que fue fundada la empresa, la siembra de caña y luego su entrega a la industria azucarera, cuyos porcientos pudieran ser mejores.
Esto requiere una atención diferenciada, desde el Grupo Azucarero, a la única empresa de su tipo en el país, que no puede ser la última carta de la baraja. Camagüey y Cuba necesitan recuperar la tradición por la caña, y en ello la Cándido González tiene mucho que aportar, antes de que sea demasiado tarde.
Granma