El Parque de la Memoria inauguró el sábado tres exposiciones, de Diana Dowek, León Ferrari y Francisco Medail, imperdibles, en varios sentidos.
La muestra de Diana Dowek, “En el espejo de una odisea”, con curaduría de Florencia Battiti y Cecilia Nisembaum, se centra en la crisis migratoria contemporánea como metáfora del estado del mundo. La artista evoca con su realismo crítico, que toma como fuente (y la pintora transforma) imágenes periodísticas en las que se da cuenta del dramático desplazamiento de refugiados, expulsados, emigrados y exiliados. Así, la potente serie de obras exhibidas busca una suerte de documentación pictórica de una gigantesca tragedia humanitaria, a través de la mirada y la práctica artística. Dowek se mete de lleno en distintos conflictos en Europa, Africa, América latina y Estados Unidos, como símbolo de nuestro tiempo. Como consecuencia de los desplazamientos forzosos, y la violencia que esto supone, surgen múltiples injusticias, represiones, persecuciones políticas, hambre, falta de trabajo y de vivienda. Cuadros dolorosos, pintados con maestría, sobre la precariedad que generalmente padecen los migrantes.
Como explican las curadoras, “en estas diferentes geografias que Dowek pinta, aparece en común un espacio de tránsito hacia otra posible realidad. Sus tempranos estudios de cine en Italia se dejan ver en la elección de ciertos encuadres y en la decisión de desarrollar algunas secuencias narrativas en dípticos y en trípticos. Como sucedía con sus “alambrados”, en los que podíamos ver un resquicio de libertad (de hecho, la serie se titulaba “Atrapados con salida”), el espíritu de la esperanza en la condición humana lo encarnan en la presente serie “Las Patronas”, un grupo de mujeres del Estado de Veracruz, en México, que diariamente alimentan a los migrantes centroamericanos que viajan clandestinos en los trenes de carga, con la ilusión de cruzar la frontera hacia los Estados Unidos. Estas mujeres humildes, que viven en zonas rurales, levantan sus brazos con comida y bebida para entregarles a los indocumentados que se aferran al pasamanos de los vagones en movimiento”.
El tema de los desplazamientos forzosos también resulta central en la exposición de León Ferrari (1920-2013), “Brasil 1976-1991”, con curaduría de Andrea Wain, porque se ocupa de los años del exilio del artista, con gran parte de su familia. Una exposición que cruza belleza, poesía y tragedia, porque su hijo Ariel decidió quedarse en Argentina y fue desparecido en 1977. Se trata de una muestra de archivo, que hace foco en los quince años del exilio en la ciudad de San Pablo, tanto desde la perspectiva de la obra de Ferrari como en su lucha por la verdad y la justicia.
Entre las innovaciones y adopción de técnicas y materiales en su obra durante su etapa paulista, el artista incorporó el Letraset, la fotocopia, el grabado, el sello, la heliografía, el arte postal y los planos.
“La libertad creativa y el contacto con importantes artistas de la escena paulista -escribe la curadora-, sobre todo con aquellos ligados a prácticas no convencionales del arte, fueron factores determinantes para producir obras con elementos y procedimientos nuevos, ademas de continuar con la realización de dibujos y retomar la producción de esculturas abstractas”.
Además de obra y material de archivo, personal y familiar, la exposición incluye un espacio dedicado a su hijo Ariel, desaparecido por el terrorismo de Estado. Se presenta una investigación llevada a cabo por el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) en 2020, en que se documenta el enorme trabajo del artista para obtener información del destino de su hijo y de su compañera, Liliana Mabel Bietti.
Por su parte, un tercer desplazamiento, mediante una inteligente y bella trasposición, se produce en la instalación de sitio específico “Salón de noche”, de Francisco Medail. Allí se presenta un conjunto de fotografías del salón anual de la Fotografía organizado por la Federación Argentina de Fotografía (FAF), que agrupaba a los fotoclubes y que se mantuvo sospechosamente al margen de la dictadura.
Según escribe Medail, “la FAF implementó en 1959 su Salón Anual de la Fotografía, cuyo máximo galardón se denominaba Gran Premio Cóndor de Honor, en referencia al ave representada en el logotipo de la institución. Aunque tuvo una relevancia notoria desde sus primeras ediciones, fue a partir del golpe militar y por la falta de alternativas que el Salón Anual de la FAF ofició como epicentro de la fotografía argentina. Un espacio inmutable que parecía desentenderse de su contexto político y social. Mientras otros ámbitos artísticos eran objeto de censura, aquí la intervención militar no fue necesaria. Por el contrario, fotoclubes que nucleaban al personal de la marina, la aeronáutica y la policía participaron regularmente del Salón. Quizás el caso más paradigmático sea el de Orlando González, suboficial de la Armada y ganador del Gran Cóndor de Honor en 1979 y 1981, actualmente condenado a prisión perpetua por delitos de lesa humanidad”.
“Salón de noche -concluye Medail- es una reflexión sobre la capacidad de la fotografía de construir (otra) realidad. Un recorrido por imágenes presuntamente inofensivas, vigiladas por un gran cóndor que remite tanto al trofeo del Salón como al plan impulsado por Estados Unidos en toda la región”.
* Las exposiciones de Diana Dowek, León Ferrari y Fancisco Medail se pueden ver en el Parque de la Memoria, Av. Costanera Rafael Obligado 6745, hasta el 6 de abril, de lunes a viernes de 10 a 18, con entrada libre y gratuita.
@P12